Incluso su imagen no se parecía en nada a la fría elegancia de Giorgio Armani, la excentricidad de un Karl Lagerfeld o la sonrisa del eternamente bronceado Valentino.
De hecho, en principio Ferré quería ser arquitecto. En 1969 concluyó sus estudios con la máxima distinción, 'summa cum laude', pero luego se le hizo difícil conseguir un empleo adecuado. Por ello probó con el diseño de muebles y poco después haría accesorios. Rápidamente la prensa tomó nota de sus creaciones, y su mayor promotora fue la editora Anna Piaggi de la edición italiana de la revista 'Vogue', quien le confirió fama internacional.